#PorSiHaceFalta: «Tortillas, tortas y pozoles políticos», por Horacio Corro Espinosa

Muchas familias acostumbran, o acostumbraban, al menos antes de la pandemia, a salir a comer o a pasear los sábados y domingos con la familia. Los lugares preferidos eran aquellos donde ofrecían lo relacionado con el maíz.

La tortilla es la más importante en nuestra mesa porque esa es la cultura de nuestro pueblo.

La tortilla es tan importante como lo es la artesanía, la arquitectura, el lenguaje mismo, la música, pero en primer lugar está el elemento maíz.

Como todos sabemos, hay libros completos que hablan sobre el mole poblano, por ejemplo. Este guiso es uno de los exponentes de la comida nacional, nadie lo duda. En tu caso, ¿cada cuando comes el mole poblano?, Como una o dos veces al mes, ¿no? En cambio, los tacos ¿cuántos comes a la semana? Hasta perdiste la cuenta ¿verdad? Así es, los tacos son verdaderamente cotidianos.

Los tamales, el pozole y las tortas no son tan cotidianos como la tortilla. Las tortas son más urbanas. El pozole y los tamales son de cada domingo. El taco, en cambio, es rural y es urbano porque abarca a toda la población.

Las tortas sobresalen a nivel urbano sobre todo en el centro del país. Lo urbano, como sabemos, representa el tiempo, la velocidad y la locura, y dentro de todo el montón de prisas, siempre vamos a encontrar un puesto humeante en alguna esquina. Quienes con mayor frecuencia compran las tortas, son los burócratas a quienes se les hace tarde para llegar a la oficina. No es raro ver a uno de estos trabajadores que se llevan a su escritorio una esponjosa torta de tamal. ¡Vaya pleonasmo gastronómico!

El taco se hace con la tortilla. La tortilla es tradicional de los pueblos antiguos. El taco tiene su origen en la época prehispánica. ¿Y cómo se combinaba el taco en ese entonces? Desde que existe la tortilla existe el taco. En las ilustraciones de los diversos códices del siglo XVI, hay muestras de que ya comían tortillas, pero ninguna imagen se identifica donde hayan enrollado la tortilla con algún alimento adentro. Es lógico pensar que así lo hacían, en primer lugar, porque casi por instinto natural, que cuando se tiene una tortilla en la mano se le pone algún alimento antes de enrollarla. Tal vez lo hacemos así por conservar el alimento caliente.

A la tortilla la cortejamos con todo, y le podemos poner, cuando no hay más, un poquito de sal.

De hace unos años a la fecha han proliferado en la ciudad las taquerías, o mejor dicho los puestos callejeros de picaditas, memelitas, chalupas, tacos y demás comida relacionada con la tortilla.

Son innumerables los puestos que se ubican en las calles, y puedo decir que hay tantos lugares como manzanas tiene la ciudad. Puedo decir también, que cada puesto se distingue por sus clientes, donde incluso, las taquerías se han convertido como las cantinas, donde se arreglan los asuntos legales y donde se pactan los compromisos políticos.

También hay taquerías de moda por el hecho de que a ese lugar acude tal personaje de la política o tal presidente o diputado electo, y por lo mismo, allí llegan los que buscan quedar bien con los susodichos, y para ver si alcanzan un hueso, aunque sea mordido.

Allí van los que buscan algo, principalmente los políticos que andan fríos, pero quieren ser anotados para figurar en la próxima administración. Allí van a consumir tacos, garnachas y demás masas con tal de que los vea el mero mero. La cosa es que consumir lo derivado del maíz, es un buen pretexto para reunir al mundo político.

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