Todo el PRI, todo el tiempo, en todas partes… sentencia de Luis Donaldo Colosio Murrieta pronunciada el 6 de marzo de 1994 en el monumento a la Revolución en un discurso que marcó, no solamente el parteaguas que lo llevó 17 días después a la muerte allá en Lomas Taurinas Tijuana, también marcó una época y la debacle del PRI como el Instituto Político hegemónico.
De los asesinos de Colosio, poco sabemos solo que hay un asesino confeso solitario y preso en Almoloya de Juárez al que se culpó por el magnicidio, pero detrás de la muerte del Coloso de Magdalena de Quino Sonora, hay un misterio insondable que difícilmente dilucidaremos en un futuro ni próximo, ni lejano.
México es así, bronco, bárbaro como escribiera y nos describiera John Kennet Turner en sus artículos para la entonces prestigiada revista The American Magazine allá por los aciagos años de 1909 previos a la Revolución Mexicana que le puso fin a la Monarquía -que no dictadura- del generalísimo Porfirio Díaz, el Soldado de la Patria.
El México de la barbarie se habría desatado en ese marzo de 1994 para luego culminar con la muerte también de José Francisco Ruiz Massieu y acabar de una buena vez y por todas, con las aspiraciones dictatoriales del hombre que fue rey por seis años Carlos Salinas de Gortari.
El país desde entonces está revuelto. El orden, paz y progreso del Porfiriato, le dio paso a la anarquía de la revolución y la postrevolución, hasta que Plutarco Elías Calles conjuntó todas las fuerzas políticas en el Partido Nacional Revolucionario un 4 de marzo de 1929 y el país volvió a tener, por lo menos, paz.
Tras la muerte de Colosio y no después, México tuvo otra revolución… la de las conciencias. Esa la presume malamente don López, pero el mexicano comenzó a pensar en sus presidentes, en esta era de la globalización; solo le quedaba un sexenio más al PRI, porque las conciencias habían despertado.
Para el año 2000, se dio la transición política y ganó un charro excéntrico del Bajío mexicano que prometía acabar con víboras y tepocatas, además de callar con ronca voz, a la entonces estridente chachalaca tabasqueña. Aquél 2 de julio del año 2000 en la Plaza de la Constitución, un ataúd con las siglas del PRI, auguraba la muerte de este Instituto Político que, junto con Díaz Mori, habían construido TODAS las instituciones de este ensangrentado país.
Me llama la atención la premonición de Luis Donaldo Colosio: TODO EL PRI, TODO EL TIEMPO, EN TODAS PARTES. Hoy cobra una importancia toral en la vida política del país porque es verdad.
El PRI está en las entrañas de MORENA, ahí encontramos al peje, a Ricardo Monreal, Manuel Bartlett, Mario Delgado, Porfirio Muñoz Ledo, Marcelo Ebrard Causabón, Claudia Shienbaum, Dolores Padierna, Layda Sansores, y un largo etcétera.
También está en Movimiento Ciudadano con Dante Delgado Rannauro, el propio Samuel García Sepúlveda; Luis Donaldo Colosio Riojas es quien es por su padre priísta, o el gobernador de Jalisco Daniel Alfaro Ramírez, todos ellos de extracción tricolor.
Y lo mismo en Redes Sociales Progresistas o Nueva Alianza, partidos fundados por la ex secretaria general del PRI con Roberto Madrazo Pintado, la maestra Elba Esther Gordillo Morales que se llevó a sus filas a un sinnúmero de priístas., profesores casi todos.
Del PRD, ni hablar. El fundador Cuauhtémoc Cárdenas, también jaló al perredismo a un gran número de priístas que no estuvieron conformes con la designación de Carlos Salinas de Gortari, así que hay escasa izquierda y, por tanto escasa ideología en quienes hoy ostentan el poder y eso se nota en la administración pública.
El PRI no se ha ido, está todo él, todo el tiempo, en todas partes, mimetizado, coloreado, vigente y presente. Es tan hábil el priísta, que no se refundó como cuando pasó de ser el Partido Nacional Revolucionario (PNR), para convertirse en el Partido de la Revolución Mexicana (PRM), y finalmente el Partido Revolucionario Institucional (PRI), esta vez se reinventó y ahí está, confundiendo y buscando la perpetuidad.
¿Qué tienen que hacer los que se quedaron bajo la ideología y las siglas del PRI, aquellos que aún militan?; sencillo: innovar o morir, dijera Andrés Oppenheimer.
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