La próxima semana, la dirigencia nacional y las “corcholatas” se reunirán para fijar reglas rumbo a la contienda interna. Encuestas y unidad, dos desafíos para el partido.
EXPANSIÓN POLÍTICA Lidia Arista
El partido fundado por el presidente Andrés Manuel López Obrador se prepara para las elecciones 2024 , lo que se prevé sea una de las más grandes batallas de su historia:el proceso interno con el que elegirá a su segundo candidato presidencial que le garantice la continuidad de la llamada “Cuarta Transformación”.
Para expertos en elecciones, el proceso de hasta cinco meses se vislumbra complicado para Morena. La desconfianza en las encuestas, la falta de institucionalización al interior y la posibilidad de rupturas pronostican tiempos de tempestad en la fuerza política más grande del país.
Politólogos consultados por Expansión Política explican que el gran reto para el partido del presidente es que no se den rupturas, pues de haberlas, el 2024 podría no ser un día de campo.
“Quienes quieren derrotar a Morena no ven en la oposición a un candidato viable, a menos que sea un candidato salido de las propias filas de Morena, como podría ser Marcelo Ebrard. Una de las formas más viables para ganarle a Morena es dividiéndola”, advierte Antonio Ocaranza Fernández, analista político y CEO de OCA Reputación.
Aunque la sucesión presidencial se abrió en julio de 2021 por el propio presidente Andrés Manuel López Obrador, será en este 2023 cuando se dé el primer paso formal rumbo al 2024. Después de dos años de giras por el país, de trabajo para la construcción de una candidatura y decenas de bardas pintadas, Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto y Ricardo Monreal se reunirán con la dirigencia nacional del partido que encabeza Mario Delgado.
Aunque no está definido el día y la hora, el encuentro se dará en la Ciudad de México, donde los cuatro políticos pondrán en la mesa las condiciones para competir por la candidatura presidencial; al respecto, Marcelo Ebrard ha anunciado que previo a esa reunión presentará su ruta rumbo al 2024.
El reto de la encuesta
El partido definió como método de elección de su candidato la encuesta. Se trata de un método estipulado en el artículo 44 de sus Estatutos: “La decisión final de las candidaturas de Morena resultará de la utilización armónica de los métodos de elección, insaculación y encuesta”.
Desde la dirigencia nacional se ha determinado que serán dos ejercicios: uno en agosto y otro en noviembre. Los detalles de ese ejercicio serán un campo de batalla para los morenistas.
Desde hace meses, el coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal, ha manifestado sus dudas sobre este método.
“Está muy desgastado el método de encuestas y ha sido un ejercicio que ha sido cuestionado. Sería bueno buscar métodos distintos, pero falta mucho tiempo”, dijo hace algunos meses.
El canciller Marcelo Ebrard ha advertido que debe definirse una metodología que permita certidumbre en los resultados, algo similar a lo que ocurrió en 2011 cuando él perdió la candidatura del PRD frente al hoy presidente Andrés Manuel López Obrador.
“En el caso de la encuesta que hice con Andrés Manuel López Obrador, en 2011, la diferencia fue 1.6, o sea el margen de error, pues sí importa mucho el método para que salga bien porque hay variaciones muy relevantes en las encuestas”, explicó en una entrevista con el periodista Ciro Gómez Leyva.
Hugo Garciamarín, profesor de Ciencia Política en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, considera que la encuesta es un método que dará legitimidad al próximo candidato o candidata de Morena.
“Las encuestas van a ser un instrumento para legitimar hacia fuera. Tendrá que hacerse de la mejor forma para evitar rupturas”, sostiene.
Unidad, el verdadero desafío
El llamado a la unidad ha venido desde la dirigencia nacional de Morena y del propio presidente de la República.
En el banderazo que se dio en Coahuila y Estado de México en junio rumbo a 2024, se convocó a las “corcholatas” a no dividir al partido.
“¿Cuál es el ideal del presidente? Número uno: tener un candidato competitivo mediante un proceso que sea percibido como legítimo, y dos, que este proceso sea aceptado por todos los grupos involucrados que no genere divisiones, que mantenga la estructura del partido sólida alrededor de quien resulte el candidato. Esa percepción de legitimidad es importante para que impida la disrupción o la fuga de grupos que se sientan traicionados”, agrega Ocaranza.
Pero Morena en su ADN tiene características del Partido de la Revolución Democrática (PRD), en el cual los desencuentros y rupturas eran constantes.
“Hoy no hay unidad, todos tienen sus grupos políticos… La unidad se está tambaleando en Morena porque los aspirantes tienen sus grupos políticos, gente que ha venido trabajando durante años, que han formado un grupo político y que están impulsando a su candidato o candidata, entonces va a haber más golpeteos, ya los hemos visto públicamente en declaraciones”, sostiene Bernardino Esparza, catedrático de la Universidad La Salle y comentarista político.
Para evitar salidas del partido, Morena hace firmar a quienes participan en la encuesta una cláusula de que aceptarán los resultados, sin embargo, no siempre le ha resultado una garantía. En procesos electorales locales, algunos aspirantes a la candidatura a gobernador a pesar de haber colocado su rubrica, han desconocido los resultados.
Si eso pasa en la contienda por la candidatura presidencial, Morena podría enfrentar problemas, pues el candidato inconforme podría escuchar propuestas desde la oposición e incluso desde los partidos aliados: PT-Verde.
“No sólo habrá una división interna, también habrá una división del voto. Se puede dividir el voto, entonces, estratégicamente y políticamente puede mermar a Morena”, agrega Esparza.
En el partido del presidente, a pesar de los llamados a la unidad, ya hay grupos claramente identificados: los de Ebrard, los de Sheinbaum, los de Monreal y hasta los de López Hernández. Gobernadores, diputados, senadores, secretarios de Estado, varios, han ido definiendo su apoyo.
A partir de este 5 de junio, las “corcholatas” entrarán a una fase: la batalla por la única candidatura presidencial de Morena, a la que se sumarán más políticos como ya sucedió con Manuel Velasco, y negociaciones por puestos clave en la próxima administración o en algún otro cargo de elección popular.